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Inteligencia artificial y equidad de género

Artículo escrito por Delia Romero, Directora General Adjunta de INSALES Corp.

Una característica resaltante del ser humano es la búsqueda constante de mejorar su calidad de vida, cada una de las revoluciones industriales han sido las máximas expresiones de esta búsqueda. Expresiones iniciadas hace miles de años con las primeras herramientas desarrolladas por los hombres de la prehistoria. Hoy tenemos a la inteligencia artificial (IA), en esta cuarta revolución industrial, que como tecnología no es algo reciente, sin embargo, su evolución en estos últimos años ha sido gigantesca. Convivimos con inteligencia artificial y estoy segura de que pronto estará presente en casi todos los aspectos de nuestra vida.

Para poder entender mejor esta tecnología definámosla, en términos sencillos la IA es hacer que una máquina desarrolle tareas que se realizan necesariamente con inteligencia humana. Hoy el objetivo es que la inteligencia artificial sea totalmente autónoma. Lograr minimizar y hasta desaparecer la intervención humana en la ejecución de la tarea es la premisa. Para ello es necesario que la inteligencia artificial sea diseñada y entrenada, con datos y modelos y «aprenda». Teniendo como insumo principal la data. Sin data la IA no puede cumplir su función.

La expresión «El que tiene la información tiene el poder» se vuelve sumamente relevante al hablar de IA. Antes la dificultad era conseguir información, luego con la llegada de Internet se democratizó el acceso y el desafió consistió en seleccionar la información. Con internet, los usuarios, aún tenemos el poder en nuestras manos pues podemos elegir y tomar decisiones basadas en nuestra capacidad de análisis, reflexión y síntesis. Sin embargo, ahora con la IA seleccionando por nosotros, a pesar de que hagamos las preguntas correctas, como en el caso del ChatGPT, siempre las respuestas tendrán como base la data y el modelo que tiene la IA.

Al hablar de diseño y entrenamiento de la IA, hablamos de data, modelo y un equipo multidisciplinario detrás de éstos. Partimos de la premisa que la IA necesita ser diseñada y entrenada por humanos, desde alguien que seleccione la data hasta alguien experto en el dominio en cuestión. Aquí es importante reconocer que en todo lo que hacemos (los humanos), nuestras creencias culturales, valores, emociones y experiencias personales influyen por lo que los proyectos de IA no son la excepción.

Imaginemos por un momento que pasaría si los algoritmos de la IA están diseñados o entrenados de manera inadecuada, que los datos utilizados para entrenar la IA son sesgados o que hay sesgos implícitos en la programación de la IA esto traería como resultado una IA parcializada. Necesitamos que la inteligencia artificial juegue a favor del ser humano, de todos, y contribuya con los avances que hemos logrado como sociedad. Para contribuir la IA debe tener un ciclo de vida riguroso e inclusivo.

La inteligencia artificial es sumamente poderosa y puede ayudarnos a reducir la brecha de género existente. Según el Foro Económico Mundial hace falta por lo menos 132 años para cerrar esta brecha y para la ONU en palabras de su secretario general, Antonio Guterres, «Estamos a 300 años de distancia». Como podemos ver, las cifras son retadoras y evidencian que debemos tomar acción. Por su parte los paises miembros de la UNESCO lo tienen claro y han adoptado recomendaciones sobre la ética en la inteligencia artificial teniendo como centro la igualdad de género.

En ese sentido la participación de la mujer es clave, sólo alrededor del 22% de mujeres trabajan en inteligencia artificial y de ese porcentaje muy pocas lo hacen en posiciones de liderazgo. Probablemente por las pocas profesionales en carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics) que tenemos. Esto puede llevar a la creación de IA sesgada, ya que los modelos de IA pueden no reflejar la diversidad de perspectivas y experiencias de las mujeres. Es imprescindible garantizar que la IA sea inclusiva y representativa de la mujer dándole un abordaje prioritario incluyendo la implementación de políticas de inclusión y diversidad en la contratación y la promoción de la diversidad de género en los equipos de IA así como la promoción de la educación en carreras STEM para mujeres.

Y citando a Guterres «Necesitamos que más mujeres se dediquen al desarrollo de inteligencia artificial que responda a las necesidades de todos y contribuya a la igualdad entre los géneros». Sólo podremos lograr inteligencia artificial inclusiva participando.

Como mujeres participemos, involucrémonos, si no tenemos una silla en la mesa la traemos, pero seamos parte. La inteligencia artificial ya está aquí, podemos hacer de ella nuestra mejor aliada siendo protagonistas.